jueves, 18 de noviembre de 2010


                                                  
Pintura de Pedro Berruguete de fines del siglo XV que ilustra
un auto de fe, la ceremonia con la que se cerraba un proceso
inquisitorial. Había sido pensado como una manifestación de
sometimiento a la fe; por eso se alentaba a la población y a las autoridades a que asistieran a estos actos. En este caso, los 
acisados han sido condenados a morir en la hoguera.

Las reducciones guaraníes.


Durante el siglo XVII, los jesuitas fundaron alrededor de treinta reducciones entre los guaraníes. Cada una estaba dirigida por dos padres jesuitas, un corregidor y un cabildo indígena. Las reducciones incluían escuelas, talleres artesanales, depósitos, iglesias y campos de cultivo. Las familias aborígenes trabajaban en parcelas individuales y en tierras comunes. Lo que producían en estas tierras se usaba para pagar los tributos para la Corona, levantar construcciones y mantener a viudas, huérfanos y enfermos.

La evangelización y, ¿En qué idiomas evangelizar?

La evangelización de los aborígenes americanos se desarrolló en un clima de época en el que el espíritu de cruzada heredado de la Edad Media coexistió con la ambición y la codicia de los conquistadores españoles.
La evangelización consistía en enseñar a los aborígenes los principios de la religión católica y en proporcionarles los sacramentos.

Desde California, en América del Norte, hasta la Patagonia, en el extremo sur, misioneros de diferentes órdenes intentaron erradicar las creencias religiosas de los aborígenes.
El idioma castellano fue defendido por Carlos V como el medio que facilitará la evangelización y el cambio de las costumbres aborígenes. Pero ya sucesor, Felipe II, autorizó que en las universidades de México y Lima se enseñaran el náhuatl y el quechua. Pero no solo cultivaron el náhuatl, el quechua o el aymara, sino que rescataron el guaraní, el querandí y el cacán entre otras lenguas aborígenes.
                                                               Nahuel y Solange.
                                          Camila, Brenda, Claudio, Daira y Sofía.

La Corona controla a la Iglesia.

La Corona española buscó ejercer su autoridad sobre los hombres de la Iglesia. Así, cuando los obispos y arzobispos eran nombrados, debía jurar obediencia al rey en materia religiosa. 
Los reyes de España también pretendieron vigilar la conducta del clero. Por eso, pedían a las autoridades eclesiásticas que castigaran severamente conductas consideradas escandalosas. 
A pesar de la vigilancia de los funcionarios reales, algunos religiosos usaron su traslado a América para enriquecerse.

Poder político y poder religioso.

La Iglesia católica desarrolló una acción decisiva en la conquista y la colonización de América y, como reconocimiento, el Papa facultó a los reyes españoles para que intervinieran en temas eclesiásticos.
Ya la Bula de 1493 había reconocido a los monarcas hispánicos como vicarios. Tambien, el Papa otorgó el ejercicio del derecho de patronato en América al rey Fernando "el Católico".
Diez años después, Carlos V de Habsburgo fue facultado para fijar y modificar los límites de las diócesis u obispados americanos. Este soberano estableció una autorización para que los documentos pontificios sobre la situación sobre la situación de la Iglesia católica en América se dieran a conocer. Si la Corona española no estaba de acuerdo eran devueltos a la Santa Sede para su corrección.