Ya la Bula de 1493 había reconocido a los monarcas hispánicos como vicarios. Tambien, el Papa otorgó el ejercicio del derecho de patronato en América al rey Fernando "el Católico".
Diez años después, Carlos V de Habsburgo fue facultado para fijar y modificar los límites de las diócesis u obispados americanos. Este soberano estableció una autorización para que los documentos pontificios sobre la situación sobre la situación de la Iglesia católica en América se dieran a conocer. Si la Corona española no estaba de acuerdo eran devueltos a la Santa Sede para su corrección.
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